Ciertamente, el término feminismo no pasa por sus mejores momentos ya que la tendencia actual al uso indiscriminado de esta nomenclatura lo esta enmarcando de tintes profundamente frívolos, lo que puede que poco a poco nos haga olvidar que en esencia el feminismo es un movimiento sociocultural y vivencial serio y con raíces históricas.
Hablar de feminismo no es sólo hablar de las macro instituciones que sobre explotan la esencia del movimiento, es también y sobre todo hablar de personas; de mujeres y hombres que cuentan a titulo individual con un marco de referencia en el que viven, crecen y socializan continuamente.
Puede que irremediablemente seamos fruto de nuestro entorno, nuestro contexto, nuestras relaciones, sin embargo esto no debería impedirnos superar las inseguridades y las dificultades diarias que se derivan de las falsas creencias sobre el feminismo basadas en rígidos estereotipos.
El feminismo debe abordarse y subrayarse desde sus aspectos positivos, debemos comenzar a ver las diferencias como un elemento enriquecedor que aporta conocer diversas realidades y formas de vida.
Sobre todo de ser garantes de un movimiento que no contribuya con un mal gestionado discurso de odio, encaminándonos hacia contextos más plurales y diversos.