LA MUJER EN EL PROCESO MIGRATORIO
El papel de muchas mujeres en el proceso migratorio está tomando gran relevancia desde hace tres o cuatro décadas, por lo que poco a poco esta realidad está consiguiendo ser más visibilizada. Como experiencia vital es muy diferente a la del hombre en muchos aspectos como los factores, las causas, las motivaciones, etc. Podemos decir que en la actualidad la mujer está tomando el liderazgo en las redes migratorias.
Este sustancial crecimiento de la población femenina a este respecto se ha denominado feminización de la migración. Lo novedoso no se da sólo en el aumento de la cantidad de mujeres que cruzan las fronteras sino en el papel que estas mujeres están tomando en el proceso.
Será a partir de los años ochenta cuando este fenómeno eclosiona y comienza a ser objeto de estudio por sí mismo ya que anteriormente la migración femenina se veía como un acompañamiento a los hombres de sus hijas, hermanas o esposas. En la actualidad un número muy elevado de mujeres inician por sí mismas el proceso migratorio, sin embargo las desigualdades de género hacen que las causas, las consecuencias y el proceso sean diferentes.
Frente a la pobreza, la exclusión, la falta de oportunidades y la violencia, la mujer debe sortear toda una serie de dificultades antes de tomar la opción de migrar; porque no sólo debe tomar una difícil decisión sino que debe someterse a aspectos muy arraigados por el patriarcado como el control familiar, las costumbres y las tradiciones.
En definitiva, el cruce de fronteras no es más que el primer paso hacia un nuevo proyecto en el que la mayoría de mujeres necesitan de una red de apoyo que cuide de su familia en su ausencia; una tarea que curiosamente suele también recaer en mujeres: madres, abuelas, hermanas, hijas mayores…
Aunque en la actualidad la migración femenina está más diversificada, siendo las motivaciones y los contextos de muy diversa índole, el punto débil «entre otros» continúa siendo el aspecto burocrático.